El trigo se encamina a marcar un hito que difícilmente se repita, ya que con el 80% de la cosecha, la campaña promedia los 60 quintales por hectárea (qq/ha). Así lo puntualiza el informe de la Guía Estratégica para el Agro (GEA), elaborado por especialistas de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR). El documento precisa que a partir del análisis satelital se determinó más área triguera, por lo que la región núcleo alcanzó 1,82 millón de hectáreas.
A partir del trabajo de clasificación de uso del suelo con imágenes satelitales, se ajustó el área de trigo al alza en unas 220.000 hectáreas. El análisis, realizado sobre 1.800 puntos georreferenciados y procesado en la plataforma Google Earth Engine -con imágenes del satélite Sentinel-2-, muestra que en la región se sembraron 1,82 millón de hectáreas de trigo, un 20% más que la campaña anterior. De esta manera, se sembró la mayor área en los últimos 16 años, superando a las 1,78 millón de hectáreas de la campaña 2019/20.
El centro-sur y sur de Santa Fe, junto con el sudeste de Córdoba, prácticamente finalizaron la cosecha. En el norte de Buenos Aires, el avance apenas supera un 50%. El rinde promedio de la región se consolida en 60 qq/ha. De esta manera, la región cosechará la mayor producción de la historia: 10,4 millones de toneladas; un 33% más que las 7,8 millones de toneladas logradas durante la campaña 2021/22.
“Que se superen los 40 qq/ha como promedio en trigo resulta un hecho muy difícil; porque te puede ir bien en lotes buenos, pero los campos malos te tiran muy abajo el número. Durante esta campaña, sin embargo, los campos malos han superado los 50 qq/ha; llegando, incluso, a los 55 qq/ha”, explican técnicos del SE cordobés. La “clave maestra” que destrabó estos números “impensables” fue el agua que acompañó durante todo el ciclo. La campaña se sostuvo sobre un escenario hídrico excepcional.
Las lluvias de mayo fueron muy importantes: con acumulados por encima de la media, dejaron al 80% de la región con reservas de humedad de adecuadas a excesivas, especialmente en el noreste bonaerense. En algunos sectores, los excesos hídricos trabaron la siembra inicial. Pero gracias al único mes deficitario, junio, se pudo completar la intención de siembra en esas zonas. En el resto de la región, los perfiles aún conservaban suficiente humedad para culminar la implantación sin contratiempos. Para principios de julio, ya estaba sembrado el 90% del trigo regional. Y en agosto, irrumpió lo inédito: llovió casi ocho veces más que la media. A partir de allí, las lluvias superaron los valores históricos promedio. Las de agosto fueron decisivas: los excesos saturaron los suelos en el 83% del área y dispararon la producción de macollos, y en ese entonces los productores ya proyectaban rindes cercanos a los 60 qq/ha, pero no imaginaban que iban a superar techos de 100 qq/ha. Las precipitaciones que se registraron durante septiembre y durante octubre aseguraron que el cultivo atravesara su etapa crítica, mientras que las lluvias de noviembre garantizaron un llenado de granos óptimo.